03 junio, 2005

Aquella moneda es suya

Hay un cupo más

Me inicié hace un tiempo en este oficio de estatua, los transeúntes se detienen y agrupan junto a mí. Esperan sutil movimiento acusador, ese que revelará al ser vivo tras disfraz. Con elegante movimiento logro descanso. Desilusión inmediata, la efigie se ha movido, muecas de desencanto. Reinicio de marcha apurada. Los veo alejarse, cuerpos pesados, vidas y sueños estancados. Antes no les temía, ahora sí. Codician mi libertad, lo dicen sus ojos. A diario me instalo a observarlos, deambulan errantes tras caretas. Siempre corriendo tras nada. ! Deténganse siquiera a recoger las monedas que lanzo todos los días a sus pies ¡.