22 julio, 2005

Princesa

princesa

En mi sueño vi como suavemente la levantabas apoyando su carita en tu pecho, ofrendándole así la suave melodía de tu corazón generoso. Y oí el susurro de tu voz transformarse mágicamente en sonido de olas en mar plácido y sereno. Te vi arrullarla, delicadamente, al tiempo que acariciabas sus dorados cabellos. Ella entonces inspiró profundamente, y fue llenándose de quietud abismal. Su rostro ahora, apacible y dulce, señalando el regreso al reino en donde será siempre única princesa. Había en tu mirada convicción, de saber que no existe en el mundo, mejor medicina que esa que emana del amor.