Danza en tres giros

Éramos tres historias danzando sin saber que eran una. Tres corazones latiendo a compás ahora cuál uno. Triple congoja y un solo gran dolor, el del amor. En cada giro bellos ojos revelando historias que supe eran las mías. Y vi en tus lágrimas como el amor se apagaba sin saber que hacer, siguiente giro para ver el instante cuando el corazón desgarrado lo ve alejarse para nunca volver. Grabada en el alma me llevo tu historia cuál regalo, doy gracias a la vida por enseñar que puede el amor renacer y lloro contigo la pena inmensa de saber que no pudo ser.

Volver a ser

Hombre-zapping me descubro un día. Tanto el afán para que la vida sucediera a saltos. Detención de un par de segundos, como mucho, luego el dedo firme sobre el botón otra vez. Febril y desesperada búsqueda por encontrar sin nunca hallar. Sencillo el anhelo, únicamente un lugar en donde querer estar. Metamorfosis consumada una mañana, desperté convertido en artificio electrónico, de esos mismos que acompañan eternos insomnios en búsqueda de satisfacción que jamás llega. Botones y no quistes aquello que la medicina al principio aseguraba. Declaro estar cansado de ser un control. Ofrezco a quien lo desee la potestad para ir y venir, abandonar y luego volver, avanzar o retroceder, tantas veces como quiera. Pido a cambio solo un lugar en donde sencillamente poder volver a ser.

Absolución

Pacté un encuentro con la vida, era urgente verla y hablar. Acordamos juntarnos en una esquina cualquiera de la ciudad. Pienso ahora en como nos reconoceremos. ¿Conoce alguien como viste la vida, adivinará como iré yo?. Dijo, sigue la brisa cálida hasta encontrarme, sabrás quién soy. Bajo figura de bella mujer aguardaba. Hablamos de dolores, miedos, sin sentidos y esperanzas, de tiempos cuando me escuchó hablar al mundo con arrogancia, del sutil misterio encerrado tras el regalo que ofrece cada oportunidad. Vengo esta noche a rogar tu perdón, hablé. Asintió entornando suavemente los ojos. La vi alejarse caminando hasta desaparecer, antes dijo, soy la vida, me despliego a cada instante, no lo olvides jamás.

Encuentro

Mantenerme corriendo delante tuyo, es algo que quise toda la vida, así jamás me alcanzarías. Iluso, siempre estuviste al frente, con los brazos abiertos esperando por mi. Clausuré ventanas y pórticos para impedirte entrada. Que ingenuidad, jamás necesitaste entrar, habitaste siempre al interior. Perpetuo movimiento con amague de último segundo para evitar tu roce. Vano esfuerzo, supe ahora que tu abrazo es de toda la vida. Parado estoy ahora enfrente tuyo, tan cerca que puedo sentir tu aliento tibio, el mismo que en cada otoño desnuda árboles y alfombra de mustias hojas mi vida otra vez. Abrázame fuerte tristeza mía.

Los profesionales

Abandono la oficina preparado para el enfrentamiento, guerra diaria declarada desde hace tiempo, él intentando conmoverme, yo ignorándolo por completo. Permanezco victorioso. Ingreso a la escala mecánica, está allá abajo como siempre, me ha visto y se prepara, también lo estoy, avanzo en acercamiento inexorable. Con mano izquierda me muestra la caja que usa para atrapar caridad, la agita haciéndome saber que algunos ya sucumbieron. Extiende ahora la derecha y el muñón casi roza mi cara, "una moneda" dice suplicante. Desoigo su lamento y avanzo resuelto. He triunfado una vez más. Es un gusto lidiar entre verdaderos profesionales.

Doce ángeles

Hace tiempo que la vida reclamaba mi presencia en otros espacios, me susurraba al oído y yo hacía como que no la escuchaba, mil ballenas me expulsaron de su vientre, mil esperaron turno para tragarme, yo permanecía inmutable. Decidió entonces enviarme sus doce ángeles, cada uno trayendo de regalo una virtud y una promesa de amorosa compañía. Inicio junto a ellos el viaje que siempre evadí. Ya no siento miedo.

AC/DC

Sin saber como, era ya un adicto. Al principio bastó con poco, luego necesité más y más, ahora ingiero a diario. Es fácil conseguir en Santiago, en cada esquina del centro existe un proveedor. La noche oculta todas las compras. Saber los códigos para transar es esencial. Dedo índice arriba, tres monedas en mano izquierda, recibo el paquete, lo meto al bolsillo, cruzo la calle y me pierdo en la multitud. Tan pronto llego a la escala mecánica, trago sin saborear siquiera. Siete estaciones más tarde no me queda ni uno. Existe el maní confitado antes y después del Conejo.

Topísimo

De niño me gustaron los topos, animalillos sabios. Más temprano que todos, entendieron que la superficie era un lugar difícil para vivir. Profundidad era para ellos, libertad, seguridad, espacios amplios, luminosos, limpios. Poco les importó perder la luz, abajo había otra mejor. No recuerdo cuando me convertí en uno, solamente sé que un día surgieron túneles en la ciudad. A diario los recorro, descubro otros, busco nuevos. Me siento feliz. Como los topos, estoy perdiendo la visión. Del exterior me dicen que es vejez. Respondo olfateando el miedo en sus ropas y luego me alejo por los túneles otra vez.

Regreso

Cerró sus ojos humedecidos, inspiró profundamente y luego giró para iniciar el camino de regreso. Lo hacía con el corazón desgarrado, y con amarga dicha. Decidió un día, transponer la frontera que separaba su mundo, de otro en donde el corazón latía a mil. Una lluviosa tarde de otoño la vio por primera vez. Cruzó entonces resuelto el puente que separaba sus universos y fue a su encuentro. Supo entonces que la conocía y de su mano recorrió mundos insospechados. Ahora volvía, llevándose el recuerdo de aquella sonrisa luminosa y hermosos ojos color miel. Jamás le vieron cruzar otra vez.

Amor Bipolar

Como podíamos saber que ambos éramos bipolares, y que además nuestros ciclos no coincidían. Un día ella eufórica y feliz, yo consumido por la tristeza. Al siguiente ella llorando amargamente, yo irradiando alegría. Vidas transcurriendo en el desencuentro. Bipolar, maldita palabra. La odié desde que la vi, hojeaba un libro en el persa. Todo claro, nunca habría encuentro entre nosotros. Caminé a casa armándome de valor para decirle que esto llegaba hasta aquí. La encontré tendida, su mano apretaba un frasco tan vacío como ahora su vida. Era mi día feliz y lloré como nunca. No pudo saber que sané.

Princesa

En mi sueño vi como suavemente la levantabas apoyando su carita en tu pecho, ofrendándole así la suave melodía de tu corazón generoso. Y oí el susurro de tu voz transformarse mágicamente en sonido de olas en mar plácido y sereno. Te vi arrullarla, delicadamente, al tiempo que acariciabas sus dorados cabellos. Ella entonces inspiró profundamente, y fue llenándose de quietud abismal. Su rostro ahora, apacible y dulce, señalando el regreso al reino en donde será siempre única princesa. Había en tu mirada convicción, de saber que no existe en el mundo, mejor medicina que esa que emana del amor.

Cinta de Meta

De pequeña mostró talento innato para correr. Cuatrocientos y ochocientos metros eran las carreras que más le gustaban, ahí desarrollaba todo su potencial. Parecía volar en la pista. Ahora los triunfos eran cosa de poco tiempo. Estaba lista. Nunca ocurrió aquello, inexplicable y perpetuamente segunda, a milésimas del primer lugar. Siempre pareció relegarse a propósito. Años más tarde, hojeaba junto a mis nietos amarillos recortes de diario que daban cuenta de sus eternos cuasi triunfos. Nadie supo nunca que aquel cuerpo vaporoso y liviano era incapaz de cortar la cinta de meta. Para ello era necesario pertenecer a este mundo.

Modernidad.com

Le ha subido el pelo a esta profesión. Antes nos llamaban putas, ahora nos dicen trabajadoras sexuales, dicen que incluso habrá que pagar imposiciones todos los meses, que es para la vejez. Son bien cómodos estos autos de ahora, tienen hasta tele. ¿Le dije que tengo cuenta mail?. Resulta que ahora algunos clientes ya no quieren recogerme en la calle, prefieren chatear y que les diga las mismas cochinadas. Lo encuentro aburrido pero allá ellos, son los que pagan. Hay patanes frescos que después no me hacen la transferencia electrónica. Así no vamos a llegar a ninguna parte, ¿no cree?.

Reverso

El diario anuncia nueva alza de luz. Todos ahora pendientes por el detalle en la boleta. Todos menos yo. Dejé de mirarla hace veinte meses, cuando nunca más llegaste a casa. Aquel día tu sonrisa dejó de iluminar nuestras vidas. Ahora solo miro la información en su reverso, esa que a nadie interesa. Otro mes, nueva cuenta. Las vecinas me dicen que cambió el límite de invierno, que el cargo fijo subió al doble. Nada me importa. Tengo ojos solo para contemplar a mi niño y su carita feliz. Sigue ahí en la opaca foto azulada tras la boleta.

Reforma sobre ruedas

Colegas, está vigente la nueva reforma procesal penal. Se hace urgente modernizar la escala de delitos comunes cometidos por nuestros enemigos los pasajeros. La nueva clasificación en orden ascendente por gravedad será la siguiente. Faltas leves: no pagar con sencillo, no avanzar por el pasillo, tapar el espejo con la cabeza. Menos graves: subir por la puerta trasera y no mandar la plata, no hacer callar las guaguas, bajarse por la puerta delantera. Graves: apurar al señor conductor, ponerle estoque en el cuello, pegar manotazo a la pecera y arrancar con la recaudación. Gravísimos: ser un estudiante. Comuníquese al gremio.

Buenos vecinos

Me gusta este lugar. Es agradable dormir bajo los árboles escuchando el sonido del agua correr. Conozco bien cada arbusto, planta y ave. Suelen posarse cerca esperando migajas. Aquella blanca con manchas me ha perdido todo respeto, suele arrimarse hasta que casi llega a mis pies. La pobre cojea, fíjese en su pata izquierda. Ahora en invierno me levanto pasadas las diez, después camino hacia el norte, para el lado del río, allá busco algo de comida. Cuando oscurece vuelvo acá mismo, es más seguro, no ve que allá al frente vive el alcalde y acá al lado el obispo.

Vida goteada

Parado en la barra del Haití, observo aquel hombre parado exactamente frente a mí, viene a diario desde hace mucho. Llega temprano y puntual. Apenas lo ve, la niña grita "té goteado simple para servir". En jerga significa té con leche, con poco y nada de té y casi sin leche. Lo bebe con una tableta de sacarina, que endulza pero no tanto. Termino mi té y salgo, también él. Me pregunto si su vida será como su té, un poco de todo solo que sin sustancia. Amores, sabores y aromas a medias. Una vida goteada simple.

Aquella moneda es suya

Me inicié hace un tiempo en este oficio de estatua, los transeúntes se detienen y agrupan junto a mí. Esperan sutil movimiento acusador, ese que revelará al ser vivo tras disfraz. Con elegante movimiento logro descanso. Desilusión inmediata, la efigie se ha movido, muecas de desencanto. Reinicio de marcha apurada. Los veo alejarse, cuerpos pesados, vidas y sueños estancados. Antes no les temía, ahora sí. Codician mi libertad, lo dicen sus ojos. A diario me instalo a observarlos, deambulan errantes tras caretas. Siempre corriendo tras nada. ! Deténganse siquiera a recoger las monedas que lanzo todos los días a sus pies ¡.

Hora de volver

Es extraña esta procesión, no hay patronos en andas, cánticos o flores, solo muchedumbre de mujeres y hombres que vestimos traje gris. Se inicia a diario, cuando el carillón señala el término del ajetreo matinal. Pausadamente multitud de oficinistas abandonamos momentáneamente nuestros templos y ocupamos las calles del centro de la ciudad. Es la caminata cotidiana tras el almuerzo, privilegio mínimo por existencia consagrada en húmedos y oscuros despachos o encumbrados bufetes lumínicos. Entre diarias romerías de tres cuadras y charlas leves en oscuras barras de café, la vida escapó igual para todos. Nueva rogativa sin resultados. Hora de volver.

Epicentro

Despierto alarmado por movimiento casi imperceptible, busco a tientas algún interruptor. Permanezco alerta. La intensidad aumenta, brinco entonces fuera de la cama y corro tambaleante hacia la única puerta. Dicen que es el lugar más seguro de una casa. Cae la bandeja, vasos y botella al suelo, crujen tablas. Ahora es violenta oscilación. A ojo grado cinco, suficiente para ahogar bochornos. Agarro chequera y llaves y arranco en calzoncillos. Permanecemos todos agrupados bajo la luz azul del neón, alguien murmura un rezo y mira al cielo esperando castigo. Nadie se abraza ni consuela. No se acostumbra entre clientes.

Hay un cupo más

El ademán del chofer significa que abrirá la puerta trasera. Señal de largada. Carrera diaria por llegar a destino, corremos por lograr uno de los tres lugares en la pisadera. Hice buena salida, junto al universitario vamos primeros, señora y guagua últimas, el escolar gana posiciones relegando a la pareja de ancianos. Por centésimas llego primero, los dos estudiantes después. Torneo sin sorpresas. Próxima esquina, nuevos competidores. Hay un cupo más, lo dejó el escolar al caer.
Alguien debió decirle que se corre sin guantes, que mano desnuda sobre fierro helado, era la única forma de aferrarse a la vida.